Había una vez una rana que se llamaba Verdita. Se llamaba así porque era de color verde.
Un día por la noche vio pasar una estrella fugaz. Verdita pidió un deseo. El deseo fue un pozo mágico. Para bajar al pozo había un tobogán en círculo, y Verdita se tiró por el tobogán. Dentro del pozo había un parque precioso con un estanque y muchas manzanas. Se comió una manzana y le encantó. Estaba tan cansada que buscó en el estanque algún sitio para dormir, y encontró una hamaca de su medida. Verdita se quedó dormida.
Fin