La otra tarde estuvimos jugando a las cartas del uno. Mamá, papá y yo.
Nos pusimos en la mesa baja y mi hermano estaba jugando en su tacatá.
Yo no sé cómo pasó, pero nos descuidamos unos segundos y las cartas estaban en el suelo tiradas. ¡Había sido mi hermano! Que en un descuido nos tiro todas las cartas.
Mi mamá me ayudó a recogerlas y nos pusimos de nuevo a jugar.
¡Eso sí!
Sin quitar ojo a mi hermano.
FIN